Eclesiastés reflexiona sobre el sentido de la vida y la vanidad de los logros humanos, concluyendo que temer a Dios y obedecer sus mandamientos es el propósito último del hombre.
Eclesiastés 1:1
¶ Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
Eclesiastés 1:2
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
Eclesiastés 1:3
¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
Eclesiastés 1:4
¶ Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.
Eclesiastés 1:5
Y sale el sol, y se pone el sol, y con deseo retorna a su lugar donde vuelve a nacer.
Eclesiastés 1:6
El viento va al mediodía, y rodea al norte; va rodeando de continuo, y por sus rodeos vuelve el viento de nuevo hasta completar su ciclo .
Eclesiastés 1:7
Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
Eclesiastés 1:8
Todas las cosas andan en trabajo más de lo que el hombre pueda decir; los ojos nunca se sacian de ver, ni los oídos de oír.
Eclesiastés 1:9
¶ ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.
Eclesiastés 1:10
¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
Eclesiastés 1:11
No hay memoria de los primeros, ni tampoco de los postreros habrá memoria en los que serán después.
Eclesiastés 1:12
¶ Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.
Eclesiastés 1:13
Y di mi corazón a inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo (este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, en que se ocupen).
Eclesiastés 1:14
Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
Eclesiastés 1:15
Lo torcido no se puede enderezar; y lo falto no puede contarse.
Eclesiastés 1:16
Hablé yo con mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.
Eclesiastés 1:17
Y di mi corazón a conocer la sabiduría, y la ciencia; y las locuras y los desvaríos conocí al fin que aun esto era aflicción de espíritu.
Eclesiastés 1:18
Porque en la mucha sabiduría hay mucha tristeza; y quien añade ciencia, añade dolor.
Eclesiastés 2:1
¶ Dije yo también en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.
Eclesiastés 2:2
A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?
Eclesiastés 2:3
Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que mi corazón anduviese en sabiduría, y retuviese la locura, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.
Eclesiastés 2:4
Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;
Eclesiastés 2:5
me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todos frutos.
Eclesiastés 2:6
Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.
Eclesiastés 2:7
Poseí siervos y siervas, y tuve hijos de familia; también tuve posesión grande de vacas y ovejas, sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.
Eclesiastés 2:8
Me allegué también plata y oro, y tesoro preciado de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, y todos los deleites de los hijos de los hombres, instrumentos músicos y de todas suertes.
Eclesiastés 2:9
Y fui engrandecido, y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto perseveró conmigo mi sabiduría.
Eclesiastés 2:10
No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.
Eclesiastés 2:11
Al fin miré yo todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
Eclesiastés 2:12
¶ Después volví yo a mirar para ver la sabiduría, y los desvaríos; y la locura (porque ¿qué hombre hay que pueda seguir al rey en lo que ya hicieron?).
Eclesiastés 2:13
Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la locura, como la luz a las tinieblas.
Eclesiastés 2:14
El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el loco anda en tinieblas. Y también entendí yo que un mismo suceso acaecerá al uno que al otro.
Eclesiastés 2:15
Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al loco me sucederá también a mí. ¿Para qué pues he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.
Eclesiastés 2:16
Porque ni del sabio ni del loco habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el loco.
Eclesiastés 2:17
¶ Aborrecí por tanto la vida, porque toda obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo era vanidad y aflicción de espíritu.
Eclesiastés 2:18
Yo asimismo aborrecí todo mi trabajo que había puesto por obra debajo del sol; el cual dejaré a otro que vendrá después de mí.
Eclesiastés 2:19
¿Y quién sabe si será sabio, o loco, el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que me hice sabio debajo del sol? Esto también es vanidad.
Eclesiastés 2:20
Volvió, por tanto, a desesperanzar mi corazón acerca de todo el trabajo en que me trabajé, y en que me hice sabio debajo del sol.
Eclesiastés 2:21
¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.
Eclesiastés 2:22
Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y fatiga de su corazón, en que él trabajó debajo del sol?
Eclesiastés 2:23
Porque todos sus días no son sino dolores, y sus ocupaciones molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.
Eclesiastés 2:24
No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma vea el bien de su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.
Eclesiastés 2:25
Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?
Eclesiastés 2:26
Porque al hombre que es bueno delante de Dios, él le da sabiduría y ciencia y alegría, mas al pecador le dio la ocupación de que allegue y amontone, para que dé al bueno delante de él. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Eclesiastés 3:1
¶ Para todas las cosas hay sazón, y toda voluntad debajo del cielo, tiene su tiempo determinado :
Eclesiastés 3:2
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
Eclesiastés 3:3
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
Eclesiastés 3:4
tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
Eclesiastés 3:5
tiempo de esparcir las piedras, y tiempo de allegar las piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de alejarse de abrazar;
Eclesiastés 3:6
tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
Eclesiastés 3:7
tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
Eclesiastés 3:8
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
Eclesiastés 3:9
¿Qué provecho tiene el que trabaja en lo que trabaja?
Eclesiastés 3:10
Yo he visto la ocupación que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que en ella se ocupasen.
Eclesiastés 3:11
¶ Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y aun el mundo les entregó a su voluntad, de tal manera que no alcance el hombre esta obra de Dios desde el principio hasta el fin.
Eclesiastés 3:12
Yo he conocido que no hay mejor para ellos, que alegrarse, y hacer bien en su vida.
Eclesiastés 3:13
Y también he conocido que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de todo su trabajo.
Eclesiastés 3:14
He entendido que todo lo que Dios hace, esto será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; porque Dios lo hace, para que delante de él teman los hombres .
Eclesiastés 3:15
Aquello que fue, ya es: y lo que será, fue ya; y Dios buscará lo que pasó.
Eclesiastés 3:16
¶ Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí la impiedad; y en lugar de la justicia, allí la iniquidad.
Eclesiastés 3:17
Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque hay un tiempo determinado de juzgar a toda voluntad y sobre todo lo que se hace.
Eclesiastés 3:18
Dije en mi corazón, en orden a la condición de los hijos de los hombres, que Dios los puede manifestar, y es para ver que ellos son bestias los unos a los otros.
Eclesiastés 3:19
Porque el suceso de los hijos de los hombres, y el suceso del animal, el mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.
Eclesiastés 3:20
Todo va a un lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.
Eclesiastés 3:21
¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres suba arriba, y que el espíritu del animal descienda debajo de la tierra?
Eclesiastés 3:22
Así que he visto que no hay cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que será después de él?
Eclesiastés 4:1
¶ Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, y que no tienen consolador; y que la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.
Eclesiastés 4:2
Y alabé yo a los finados que ya murieron, más que a los vivientes que hasta ahora están vivos.
Eclesiastés 4:3
Y tuve por mejor que ellos ambos al que no ha sido aún, porque no ha visto las malas obras que se hacen debajo del sol.
Eclesiastés 4:4
¶ He visto asimismo que todo trabajo y toda rectitud de obras mueve la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Eclesiastés 4:5
El loco dobla sus manos y come su misma carne.
Eclesiastés 4:6
Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.
Eclesiastés 4:7
¶ Yo me volví otra vez, y vi otra vanidad debajo del sol.
Eclesiastés 4:8
Es el hombre solo y sin sucesor; que ni tiene hijo ni hermano; mas nunca cesa de trabajar, ni aun sus ojos se sacian de sus riquezas, ni piensa : ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.
Eclesiastés 4:9
Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
Eclesiastés 4:10
Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; mas ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
Eclesiastés 4:11
También si dos durmieren juntos , se calentarán; mas ¿cómo se calentará uno solo?
Eclesiastés 4:12
Y si alguno prevaleciere contra uno, dos estarán contra él; y cordón de tres dobleces no presto se rompe.
Eclesiastés 4:13
¶ Mejor es el niño pobre y sabio, que el rey viejo y loco que no puede ser avisado.
Eclesiastés 4:14
Porque de la cárcel salió para reinar; aunque en su reino nació pobre.
Eclesiastés 4:15
Vi a todos los vivientes debajo del sol caminando con el niño, sucesor, que estará en lugar de aquél.
Eclesiastés 4:16
No tiene fin todo el pueblo que fue antes de ellos; tampoco los que vendrán después estarán con él contentos. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Eclesiastés 5:1
¶ Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para dar el sacrificio de los locos; porque no saben hacer lo que Dios quiere.
Eclesiastés 5:2
No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
Eclesiastés 5:3
Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del loco.
Eclesiastés 5:4
¶ Cuando a Dios hicieres promesa, no tardes en pagarla; porque no se agrada de los locos. Paga lo que prometieres.
Eclesiastés 5:5
Mejor es que no prometas, que no que prometas y no pagues.
Eclesiastés 5:6
No sueltes tu boca para hacer pecar a tu carne; ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se aíre a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
Eclesiastés 5:7
Porque los sueños abundan, y las vanidades y las palabras son muchas; mas tú teme a Dios.
Eclesiastés 5:8
Si violencias de pobres, y extorsión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de esta licencia; porque alto está mirando sobre alto, y uno más alto está sobre ellos.
Eclesiastés 5:9
¶ Y mayor altura hay en todas las cosas de la tierra; mas el que sirve al campo es rey.
Eclesiastés 5:10
El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener , no sacará fruto. También esto es vanidad.
Eclesiastés 5:11
Cuando los bienes se aumentan, también se aumentan los que los comen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?
Eclesiastés 5:12
Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho o coma poco; mas al rico no lo deja dormir la abundancia.
Eclesiastés 5:13
Hay otra enfermedad maligna que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal;
Eclesiastés 5:14
las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron nada les queda en la mano.
Eclesiastés 5:15
Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.
Eclesiastés 5:16
Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar al viento?
Eclesiastés 5:17
Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho enojo y dolor e ira.
Eclesiastés 5:18
¶ He aquí pues el bien que yo he visto: Que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte.
Eclesiastés 5:19
Asimismo, a todo hombre a quien Dios dio riquezas y hacienda, también le dio facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce su trabajo; esto es don de Dios.
Eclesiastés 5:20
Al tal, Dios le quitará las congojas comunes a otros ; pues Dios le responderá con alegría de su corazón.
Eclesiastés 6:1
¶ Hay otro mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres:
Eclesiastés 6:2
El del hombre a quien Dios dio riquezas, y hacienda, y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; mas Dios no le dio facultad de comer de ello, sino que los extraños se lo comen. Esto vanidad es, y enfermedad maligna.
Eclesiastés 6:3
Si el hombre engendrare cien hijos , y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que el abortivo es mejor que él.
Eclesiastés 6:4
Porque en vano vino, y a tinieblas va, y con tinieblas será cubierto su nombre.
Eclesiastés 6:5
Aunque no haya visto el sol, ni conocido nada , más reposo tiene éste que aquél.
Eclesiastés 6:6
Porque si aquél viviere mil años dos veces y no gozó del bien, ciertamente ambos van al mismo lugar.
Eclesiastés 6:7
¶ Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia.
Eclesiastés 6:8
Porque ¿qué más tiene el sabio que el loco? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos?
Eclesiastés 6:9
Más vale gozar del bien presente que el deseo errante. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Eclesiastés 6:10
El que es, ya su nombre ha sido nombrado; y se sabe que es hombre, y que no podrá contender con el que es más fuerte que él.
Eclesiastés 6:11
¶ Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre?
Eclesiastés 6:12
Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales el hace que sean como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?
Eclesiastés 7:1
¶ Mejor es el buen nombre que el buen ungüento; y el día de la muerte que el día del nacimiento.
Eclesiastés 7:2
Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del convite; porque aquello es el fin de todos los hombres; y el que vive se advertirá.
Eclesiastés 7:3
Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.
Eclesiastés 7:4
El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los locos, en la casa del placer.
Eclesiastés 7:5
Mejor es oír la reprensión del sabio, que la canción de los locos.
Eclesiastés 7:6
Porque la risa del loco es como el estrépito de las espinas debajo de la olla. Y también esto la risa o la prosperidad del locoes vanidad.
Eclesiastés 7:7
¶ Ciertamente la opresión hace enloquecer al sabio; y la dádiva corrompe el corazón.
Eclesiastés 7:8
Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu.
Eclesiastés 7:9
No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque la ira reposa en el seno de los locos.
Eclesiastés 7:10
Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueran mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.
Eclesiastés 7:11
¶ Buena es la ciencia con herencia; y es la excelencia de los que ven el sol.
Eclesiastés 7:12
Porque en la sombra de la ciencia, y en la sombra del dinero reposa el hombre ; mas la sabiduría excede en que da vida a sus poseedores.
Eclesiastés 7:13
Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?
Eclesiastés 7:14
En el día del bien goza del bien; y en el día del mal abre los ojos y aprende . Dios también hizo esto (el día de mal ) delante de lo otro, para que el hombre no halle nada después de él.
Eclesiastés 7:15
Todo lo he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días .
Eclesiastés 7:16
No seas demasiado legalista ni muy sabio en tus propios ojos , ¿por qué te destruirás?
Eclesiastés 7:17
No seas muy listo a condenar, ni seas loco; ¿por qué morirás en medio del hilo de tus empresas?
Eclesiastés 7:18
Bueno es que tomes de esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque el que a Dios teme, saldrá con todo.
Eclesiastés 7:19
La sabiduría fortifica al sabio más que diez poderosos príncipes que haya en la ciudad.
Eclesiastés 7:20
Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
Eclesiastés 7:21
Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablaren, para que no oigas a tu siervo que dice mal de ti;
Eclesiastés 7:22
porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.
Eclesiastés 7:23
¶ Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Me haré sabio; mas ella se alejó de mí.
Eclesiastés 7:24
Lejos está lo que fue; y lo muy profundo ¿quién lo hallará?
Eclesiastés 7:25
Yo he rodeado con mi corazón por saber, y examinar, e inquirir la sabiduría, y la razón; y por saber la maldad de la locura, y el desvarío del error;
Eclesiastés 7:26
y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es redes y lazos; y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará preso en ella.
Eclesiastés 7:27
He aquí, esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón;
Eclesiastés 7:28
lo que aún busca mi alma, y no encuentro: un hombre entre mil he hallado; mas mujer de todas éstas nunca hallé.
Eclesiastés 7:29
He aquí, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas perversiones.
Eclesiastés 8:1
¶ ¿Quién como el sabio? ¿Y quién como el que sabe la interpretación de las cosas? La sabiduría de éste hombre hará relucir su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.
Eclesiastés 8:2
Yo te aviso que guardes el mandamiento del rey y la palabra del pacto que hiciste con Dios.
Eclesiastés 8:3
No seas ligero a rebelar contra él, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quisiere;
Eclesiastés 8:4
porque la palabra del rey es su potestad, ¿y quién le dirá, qué haces?
Eclesiastés 8:5
El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio conoce el tiempo y el juicio.
Eclesiastés 8:6
¶ Porque para toda voluntad hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él;
Eclesiastés 8:7
porque no sabe lo que será; ni cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará?
Eclesiastés 8:8
No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra; ni la impiedad librará al que la posee.
Eclesiastés 8:9
¶ Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que se hace debajo del sol; el tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.
Eclesiastés 8:10
Entonces vi también que los impíos sepultados vinieron aún en memoria ; mas los que frecuentaban el lugar santo, fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde con rectitud habían obrado. Esto también es vanidad.
Eclesiastés 8:11
Porque no se ejecuta en seguida la sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos lleno para hacer mal.
Eclesiastés 8:12
Aunque el que peca haga mal cien veces, y le sea prolongado el juicio , con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temieren ante su presencia;
Eclesiastés 8:13
y que al impío nunca le irá bien, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no temió delante de la presencia de Dios.
Eclesiastés 8:14
¶ Hay otra vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos los cuales son pagados como si hicieran obras de impíos; y hay impíos, que son pagados como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad.
Eclesiastés 8:15
Por tanto alabé yo la alegría; que no tenga el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba, y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le dio debajo del sol.
Eclesiastés 8:16
Por lo cual yo di mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la ocupación que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos).
Eclesiastés 8:17
Y he visto acerca de todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar a entender la obra que se hace debajo del sol; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que sabe, no la podrá alcanzar.
Eclesiastés 9:1
¶ Ciertamente a todo esto di mi corazón, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; y que no sabe el hombre ni el amor ni el odio por todo lo que pasa delante de él.
Eclesiastés 9:2
Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso tiene el justo y el impío; el bueno y el limpio y el no limpio; el que sacrifica, y el que no sacrifica; como el bueno, así el que peca; el que jura, como el que teme el juramento.
Eclesiastés 9:3
Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que todos tengan un mismo suceso, y también que el corazón de los hijos de los hombres esté lleno de mal, y de enloquecimiento en su corazón durante su vida; y después, a los muertos.
Eclesiastés 9:4
¶ Porque hay esperanza para todo aquél que está aún entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.
Eclesiastés 9:5
Porque los que viven saben que morirán; mas los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.
Eclesiastés 9:6
Aun su amor, y su odio y su envidia, fenecieron ya; ni tienen ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol.
Eclesiastés 9:7
Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; para que tus obras sean agradables a Dios en este tiempo.
Eclesiastés 9:8
En todo tiempo serán blancos tus vestidos, y nunca faltará ungüento sobre tu cabeza.
Eclesiastés 9:9
Goza de la vida con la esposa que amas, todos los días que has de vivir en este lago de vanidad, que te son dados; todos los días de tu vanidad debajo del sol; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo en que trabajas debajo del sol.
Eclesiastés 9:10
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo con todas tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría.
Eclesiastés 9:11
¶ Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes la gracia; sino que tiempo y ocasión acontece a todos.
Eclesiastés 9:12
Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se prenden en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.
Eclesiastés 9:13
¶ También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me es importante:
Eclesiastés 9:14
una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la cerca, y edifica contra ella grandes baluartes;
Eclesiastés 9:15
y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel pobre hombre.
Eclesiastés 9:16
Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fortaleza; aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.
Eclesiastés 9:17
Las palabras del sabio con reposo son oídas, más que el clamor del señor entre los locos.
Eclesiastés 9:18
Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.
Eclesiastés 10:1
¶ Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al ungüento del perfumador; así una pequeña locura, al que es estimado por sabiduría y honra.
Eclesiastés 10:2
El corazón del sabio está a su mano derecha; mas el corazón del loco a su mano izquierda.
Eclesiastés 10:3
Y aun mientras va el loco por el camino, le falta cordura; y dice a todos, que es loco.
Eclesiastés 10:4
¶ Si el espíritu del señor se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará reposar grandes pecados.
Eclesiastés 10:5
Hay otro mal que debajo del sol he visto; como salido de delante del gobernador por yerro:
Eclesiastés 10:6
La locura está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo.
Eclesiastés 10:7
Vi siervos en caballos, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra.
Eclesiastés 10:8
El que hiciere el hoyo caerá en él; y al que aportillare el vallado, le morderá la serpiente.
Eclesiastés 10:9
El que mudare las piedras, tribulación tendrá en ellas; el que cortare la leña, en ella peligrará.
Eclesiastés 10:10
Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero excede la bondad de la sabiduría.
Eclesiastés 10:11
Si mordiere la serpiente no encantada; no es más el lenguaraz.
Eclesiastés 10:12
¶ Las palabras de la boca del sabio son gracia; mas los labios del loco lo echan a perder.
Eclesiastés 10:13
El comienzo de las palabras de su boca es locura; y el fin de su charla nocivo desvarío.
Eclesiastés 10:14
El loco multiplica palabras, y dice : no sabe el hombre lo que será; ¿y quién le hará saber lo que después de él será?
Eclesiastés 10:15
El trabajo de los locos los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.
Eclesiastés 10:16
¶ ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es niño, y tus príncipes banquetean de mañana!
Eclesiastés 10:17
¡Bienaventurada, tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas, y no por el beber!
Eclesiastés 10:18
Por la pereza se cae la techumbre, y por flojedad de las manos se llueve la casa.
Eclesiastés 10:19
Por el placer se hace el convite, y el vino alegra los vivos; y el dinero responde a todo.
Eclesiastés 10:20
Ni aun en tu pensamiento maldigas al rey, ni en los secretos de tu cámara maldigas al rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.
Eclesiastés 11:1
¶ Echa tu pan sobre las aguas; que después de muchos días lo hallarás.
Eclesiastés 11:2
Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.
Eclesiastés 11:3
Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere al mediodía, o al norte, al lugar que el árbol cayere, allí quedará.
Eclesiastés 11:4
El que al viento mira, nunca sembrará; y el que mira a las nubes, nunca segará.
Eclesiastés 11:5
Como tú no sabes cuál es el camino del espíritu, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
Eclesiastés 11:6
Por la mañana siembra tu simiente, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque tú no sabes cuál es lo mejor, si esto o lo otro, o si ambas son igualmente buenas.
Eclesiastés 11:7
¶ Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol;
Eclesiastés 11:8
mas si el hombre viviere muchos años, y en todos ellos hubiere gozado alegría; si después trajere a la memoria los días de las tinieblas, que serán muchos, todo lo que le habrá pasado, dirá haber sido vanidad.
Eclesiastés 11:9
Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu juventud; y anda en los caminos de tu corazón, y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te traerá Dios a juicio.
Eclesiastés 11:10
Quita pues la tristeza de tu corazón, y aparta el mal de tu carne; porque la niñez y la juventud son vanidad.
Eclesiastés 12:1
¶ Y acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los malos días, y lleguen los años, de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento.
Eclesiastés 12:2
Antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelven las nubes tras la lluvia;
Eclesiastés 12:3
cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas, porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;
Eclesiastés 12:4
y las puertas de afuera se cerrarán, por la bajeza de la voz de la muela; y se levantará a la voz del ave, y todas las hijas de canción serán humilladas;
Eclesiastés 12:5
cuando también temerán de lo alto, y los tropezones en el camino; y florecerá el almendro, y se cargará la langosta, y se perderá el apetito; porque el hombre va a la casa de su siglo, y los endechadores andarán en derredor por la plaza.
Eclesiastés 12:6
Antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;
Eclesiastés 12:7
y el polvo se torne a la tierra, como era antes , y el espíritu se vuelva a Dios que lo dio.
Eclesiastés 12:8
¶ Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo vanidad.
Eclesiastés 12:9
Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
Eclesiastés 12:10
Procuró el Predicador hallar palabras de voluntad, y escritura recta, palabras de verdad.
Eclesiastés 12:11
Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados, las de los maestros de las congregaciones, puestas por debajo de un Pastor.
Eclesiastés 12:12
Hijo mío, a más de esto, sé avisado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es aflicción de la carne.
Eclesiastés 12:13
¶ El fin de todo el sermón es oído: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es toda la felicidad del hombre.
Eclesiastés 12:14
Porque Dios traerá toda obra a juicio, el cual se hará sobre toda cosa oculta, buena o mala.